miércoles, 27 de marzo de 2013

Que me sirvan una copa y muchas más.




The wild bunch
El poeta es un huevón en toda la extensión de la palabra.
Se despierta tarde, no se peina, no se corta las uñas,
es impuntual, poco productivo, pospone las metáforas,
se cree tallado a mano por unas manos talladas.
A diferencia del novelista,
que es un espíritu emprendedor
y en constante movimiento,
el poeta no se preocupa por narradores heterodiegéticos
ni sufre por delinear la tipología de sus personajes.
El iluso cree que una buena línea salva un texto.
De tal forma que mientras un narrador hecho y derecho
se fija la noble meta de 2 mil palabras diarias
y coloca notas por toda su casa
con anotaciones, esquemas, cuadros sinópticos
y mapas conceptuales de su relato,
nuestro poeta se rasca los huevos,
ve películas viejas del salvaje oeste
y se cuenta los callos de los huesos
con el ábaco inmaculado de sus dedos.
El poeta es la caricatura de unos hombros caídos,
el músico que se considera más importante que el propio acorde,
una fuente de aire.
No sabe que el acto de escribir por escribir
es el origen de los más grandes fracasos de la literatura.
Cree que el verso se compone de mucho bla, bla, bla,
cuatro onzas de vanidad y un poco de rima.
Y son peores los poetas publicados.
Aquellos que no resistieron el impulso de hacer público
su desorden literario personal
y sus palabras de feria.
Por eso, yo no le creo nada a los poetas.
Sólo son una pandilla salvaje
en la que el de atrás le huele el trasero al otro.
Son la danza de las colas.
El verdadero escritor es muchos huevos
y poca tinta.






A todos nos llega el día.
Amigo, búscala con todo lo que tengas,
y también con lo que te falta,
búscala borracho, búscala despierto,
búscala solo, búscala en tus sueños,
búscala bajo la luna, tras el polvo,
a un costado del brillo, sobre las nubes,
en las cantinas, entre la selva,
corriendo desnuda o tras las ruinas.
Búscala como si de eso dependiera tu vida,
como la piensas, como nunca la has entendido.
Búscala como la has buscado en otras vidas.
Búscala con todo
porque ella vale la pena.
Es la sombra que necesitas,
la paciencia que no tienes,
el sueño que perdiste
alguna vez cuando eras niño.
Ella es la vida
que no sabes vivir.
Búscala, no te preocupes cómo o dónde encontrarla,
sólo búscala.
La vas a reconocer como un hijo a su madre,
ella preguntará por qué tardaste tanto
y tendrás que decir la verdad:
"Porque soy un idiota y me gusta perder el tiempo,
porque estaba ciego y acabo de subir del infierno"
Ella te abrazará
como si la tierra completa lo hiciera
y en sus brazos vas a dormir
para después vivir como nunca lo has hecho.
Respirando, sonriendo, viendo al sol de frente,
bailando.
No te guardes nada.
Ése es tu momento,
dile la verdad,
dile cuánto la has buscado,
dile que la amas,
dile que es tu reina,
que quieres mil hijos con ella,
que se van a casar en todas las religiones,
con todas las reglas
de los hombres y de los dioses,
dile que van a viajar por el mundo
y que siempre serán felices,
enséñale todo lo que has escrito;
mejor aún,
léele todas las noches
después de hacerle el amor
y sigue amándola en  sueños,
que ella lo sentirá todo el tiempo.
Cocínale, ábrele la puerta,
dile siempre lo hermosa que es,
dile que es tu fuente de luz, sueños y vida.
Ella debe saber que es tu mundo,
porque un día,
– y tú lo sabes –
va a conocer a tus monstruos,
y entonces
tendrá que decidir.