jueves, 13 de mayo de 2010

La miel se va de luna de versos


Cesárea Tinajero

Suspiro

suspiro porque mis versos
sean citados
en alguna charla de café
entre dos mujeres de sociedad
ya saben, de eas damitas
que leen poesía
por la sencilla razón
que tiene menos palabras
y más espacios en blanco
que las novelas

o declamados
por una hembra
caliente
en el sublime
momento
del orgasmo femenil
y sabrosito

(la estrofa anterior
bien podría quedar así:
o citados
por una hembra
sublime
en el caliente
momento
del orgasmo sabrosito
y femenil
)

o por algún borracho
ciego de arrebato pasional
y de celos
y de hambre
y tristeza
y abandonado
por una mujer
que se fue
con dos años
de anticipación

o,
ya de menos,
por un crítico
de esos que piensan
que escribir sobre
es mejor que puramente escribir
¡ja! qué pendejada
si nosotros somos la escoria
de la literatura
ellos son el muñón
de un cadáver
en un día de muertos
caluroso
y con moscas
y máscaras
y ofrendas

el verdadero poema
sólo existe
cuando es citado
de memoria
hasta antes de eso
sólo son pretensiones
de poetitas aficionados
como un servidor

y no cuenta
si quien se lo sabe de memoria
es tu mujer o alguno de tus familiares
ellos lo hacen porque es lo que les enseñan
en los Congresos para Familiares
de Escritores Fracasados
ahí también aprenden
a poner cara de ensoñación
cuando lees,
y en voz alta -
¡no mames! -
tus últimos escritos,
también aprenden
a pagar tus cuentas
a abrir los cajones de tu escritorio
para sacar los restos de comida,
a esconderte las botellas de alcohol
y a alejarte de las mujeres
y las drogas
y a mantenerte vivo
regulándote todas las cosas
que te hacen vivir

lo sé
de cierto
no lo supongo...

Cocom


Anónimo

Las últimas visiones sudadas por la neblina

¿Sueñan lo mismo dos personas
que quieren a lo mismo?

Buscarte, vuela rápido
porque así son de hormigas
las palabras.
Somos sombras de nubes
no queremos caminar adentro
aunque a veces resbalamos
y se juntan nuestras retinas
como espejos
que nos reflejan
y reflejan
Intentando volar, un pájaro calló del nido.
Murió pensando como regresar.

El vagabundo playero,
guarda en su bolsa,
una ola más.

En esa gota de sudor
que escurre por tu cadera
se transparenta todo
lo que tenemos.

Escucha la lluvia
que es canto de sirenas
dueñas de nuestro nado
hacía ellas vamos
y no es por su canto
es porque son sirenas.

La tierra pudo convivir con el árbol
cuando dejó crecer la raíz.

Me lanzas todos los animales en tu cuerpo
cuando me ves.

¿Puede enfermar dios?
Si no, ¿cómo sabe curar?
¿Puede dios cojear
como nosotros
todo el tiempo
y ser feliz?

Fraire